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Contenido
Las calderas de gas son una de las soluciones que podemos utilizar en nuestros hogares para calentar el agua de la ducha o del fregadero. Pero, a diferencia de los calentadores de gas y de los termos eléctricos, la función de las calderas va más allá, pudiendo servirnos también como una fuente de calefacción.
Principalmente están compuestos por un quemador donde se produce la combustión, y un intercambiador donde están las tuberías con el agua caliente. Son sistemas muy rápidos, por lo que el agua caliente sale casi de inmediato, sin necesidad de esperar mucho.
Anteriormente, muchas personas dejaron de utilizar estos sistemas porque los consideraban dañinos y peligrosos. Sin embargo, hoy en día, existen regulaciones que se aseguran de que sólo se fabriquen calderas seguras.
Las calderas de gas las podemos clasificar según el tipo de combustión que utilizan: gas natural, propano o gasoil. Cada uno tiene unas propiedades diferentes y no siempre vamos a poder elegir cualquiera de ellos.
Las calderas de gas natural son, sin duda, la mejor opción que tenemos. Es un gas muy ligero, por lo que es el más seguro de todos, ya que se escapa de la vivienda muy fácilmente. También es el que más respeta el medioambiente y también nuestro bolsillo, ya que suele suponer un gasto menor. El único problema es que se distribuye por una red de suministro que suele estar en las zonas urbanas, así que si tu vivienda no cuenta con las infraestructura necesaria, no va a ser posible optar por este tipo de calderas.
Si no estamos conectados en la red de distribución de gas natural, siempre podemos optar por las calderas de gas propano. Es un gas muy versátil, especialmente útil si vivimos en una zona muy fría, ya que su temperatura de congelación es muy baja, por lo que sigue funcionando también bajo cero. Se distribuye a través de bombonas, aunque también existe una red de distribución.
Otro tipo de combustible que podemos utilizar es el gasoil. Se suele utilizar en casas muy grandes o en naves industriales, ya que tienen un poder calórico muy grande y son capaces de calentar grandes superficies en muy poco tiempo. Son también una solución muy segura porque están especialmente diseñadas para soportar altas temperaturas y cuentan con elementos que las apagan de forma automática en caso de cualquier incidencia.
Elegir qué caldera de gas es la mejor va a depender mucho de las necesidades e infraestructuras que tenga nuestra vivienda. Así, siempre que estemos conectados a una red de distribución de gas natural, lo mejor será optar por una caldera de gas natural. Si vivimos en una vivienda que no está conectada a esta red, podemos optar por una caldera de propano. Y si lo que necesitamos es calentar una casa o una nave muy grande en poco tiempo, deberíamos optar por calderas de gasoil.
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El precio de una caldera de gas va a depender de su tipo, marca, potencia, capacidad y clase energética. Así, las calderas de gas natural o propano oscilan entre 750€ y 2000€. Las calderas de gasoil suelen ser opciones más baratas y su precio está entre 380€ y 1400€.
